Juan Orellana – ¿Una ola de anticlericalismo? – Iglesia

Por tanto, anticlericalismo, oportunismo y sesentaychismo ayudan a entender esta moda cinematográfica. Pero también cabe una autocrítica. Porque la misma libertad de expresión que permite a Javier Fesser hacer esa ridiculez de Camino, permitiría a cualquier católico hacer una película de signo contrario. La ley no lo prohíbe. Y hay muchos empresarios oficialmente católicos y de sebosas cuentas corrientes que prefieren invertir sus dineros en operaciones inmobiliarias antes que en cine. Otros empresarios prisaicos prefieren invertir en lo audiovisual. Y así nos va. En parte tenemos lo que merecemos. Es justo quejarse y protestar. Es justo y bueno, pero no basta. Si se quiere una cultura distinta, hay que hacerla. Remangarse y hacerla. No se trata de reconquistar una hegemonía imposible, sino de consolidar dignamente un espacio cultural propio. Y eso nadie nos lo va a dar hecho.

Toda la razón del mundo.