Hace unos meses, Manuel Martín Algarra estaba en el tribunal de una tesis que yo había codirigido. La tesis trataba sobre el reflejo en Twitter de los incidentes del 30-S en Ecuador. En el debate que siempre tiene lugar durante la defensa de la tesis, comentó que los comportamientos en Twitter le recordaban a las intuiciones que Gustave Le Bon tuvo en su libro Psicología de las masas. Desde ese día hasta hoy he leído el libro y creo que he entendido a qué se refería Martín Algarra pero hoy me he encontrado con dos anotaciones que, de repente, han hecho ‘clic’.

«Las fakenews triunfan porque enlazan con prejuicios no siempre revelables, prejuicios que están asentados en la conciencia humana y que encuentran una cierta legitimación pública

El párrafo anterior es de Leonarda García-Jiménez en En defensa de la comunicación. Página 31.

La otra es una de mis anotaciones sobre el libro de Le Bon:

Causas de la aparición de las especiales características de las masas:

    1. El número da al individuo un sentimiento de potencia invencible que le permite ceder a instintos que a solas reprimiría. Anónimo=irresponsable.
    2. El contagio mental. Se sacrifica el interés personal al colectivo.
    3. Sugestibilidad, consecuencia del contagio.

Vemos que el individuo que en un ámbito de comunicación interpersonal se comportaría de forma razonable porque teme la censura social, cuando está en masa físicamente u online se inhibe de esas restricciones si ve que su prejuicio encuentra respaldo.

Esto, unido a lo que dice Zeynep Tufecki:

«Rather, the problem is that when we encounter opposing views in the age and context of social media, it’s not like reading them in a newspaper while sitting alone. It’s like hearing them from the opposing team while sitting with our fellow fans in a football stadium. Online, we’re connected with our communities, and we seek approval from our like-minded peers. We bond with our team by yelling at the fans of the other one. In sociology terms, we strengthen our feeling of “in-group” belonging by increasing our distance from and tension with the “out-group”—us versus them. Our cognitive universe isn’t an echo chamber, but our social one is. This is why the various projects for fact-checking claims in the news, while valuable, don’t convince people. Belonging is stronger than facts

 

Es decir, quizá ese individuo leyendo en su casa encontraría la suficiente racionalidad como para cuestionarse sus prejuicios pero leerlo en un contexto de confrontación online le hace inmune al razonamiento y los hechos. Esto va dedicado a aquellas personas que se dedican al periodismo de verificación y les gustaría que su trabajo tuviera más fruto: hay un componente irracional de las redes sociales que corresponde con su número. La lectura online es la lectura de un panfleto (sin sentido peyorativo) clavado en una plaza pública. No se lee exclusivamente de manera racional sino en grupo, observado por los demás y con deseo de ser aceptado entre los tuyos: ser aceptado es más fuerte que los hechos. Y, como dice Leonarda, hay prejuicios que se callan en el día a día pero cuando se ven confirmados por un whatsapp o un post en Facebook, se tornan en dogmas difíciles de contradecir. Es un ‘ya lo decía yo’ que enlaza con la función que antes tenían los medios, según Noelle-Neumann: articular el discurso del núcleo duro para darle palabras y hacerle salir del estado de secta al estado de vanguardia.