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Estoy plenamente convencida, como McLuhan recordaba, que el medio es el mensaje; por eso es tan interesante el giro oral que ha dado Twitter con sus spaces y la expansión de ClubHouse.

En ambas plataformas, la oralidad, además, tiene su carácter peculiar que es lo efímero. En ninguna de las dos plataformas se permite grabar lo que sucede en la sala. Se habla, la plataforma graba por si hay una violación de la ley pero borra si no ha habido ninguna queja en el transcurso de la charla.

Así que, por reflexionar un poco sobre el tema, este cambio me sugiere unas tendencias dado el ruido que las redes sociales han producido en la comunicación pública.

 

  • Retorno a la jerarquía. Se acaba con la asamblea tumultuosa donde todo el mundo está en igualdad de condiciones para intervenir.
  • Identidad y palabra se unen más estrechamente.
  • Fin de la ocurrencia como motor de prestigio social.
  • Coherencia entre medio (voz), tiempo interior (presente), atención presencial y mensaje. Lo efímero es para la palabra hablada, no para la escrita, y cuando se fuerza a lo escrito por ser efímero se produce una incoherencia que genera un gran ruido e impide captar el significado.
  • Textura humana: la voz es mucho más encarnada que la letra. Da más pistas sobre la identidad del autor, sobre su intención, que es algo esencial para el significado. No me refiero a la ausencia potencial de anonimato, que trato en el segundo punto, sino de que además de ello el significado se encarna en quien lo expresa añadiendo una capa esencial que se da en la comunicación presencial de manera plena. Aunque sepa quién dice qué en Twitter, en muchas ocasiones el significado pleno es inaccesible por el desplome del contexto.

El fruto inmediato que muchos usuarios manifiestan es la mejora del medioambiente simbólico. Las conversaciones fluyen sin agresividad y quien interviene lo hace con respeto y creyendo que aporta algo porque toma más conciencia de estar participando en la esfera pública.