La madre Maravillas y Pasionaria · ELPAÍS.com
Mi tía, hija de un comandante médico del Ejército republicano, vive en una residencia fundada por la madre Maravillas, con mayor calidad de vida y mejor precio que otras. Cuando su padre estaba preso de los vencedores al final de la guerra, contrajo una meningitis de la que nunca se recuperó. Uno de sus tíos, capitán de aviación, fue fusilado el 11 de diciembre de 1937 en Asturias; el tercero, como sus hermanos, militar republicano, jefe de la Defensa Antiaérea de Barcelona, compartió exilio en Argentina y Bolivia con el general Vicente Rojo y con Juan Ramón Jiménez en la Universidad de Río-Piedras de Puerto Rico, donde fue profesor de física.
La madre Maravillas fue detenida con su comunidad en el Cerro de los Ángeles y llevada a Getafe, al empezar la Guerra Civil. Después, durante 14 meses estuvo en un piso de la calle de Claudio Coello hasta que pudo trasladarse a Salamanca.
Nunca lo hubiera conseguido sin la protección de Dolores Ibárruri. Pasionaria, admiradora del trabajo y entrega a los humildes de las monjas, con quienes estudió, las salvó.
Sé que esto no gusta ni a la extrema derecha ni a la extrema izquierda, pero que su nombre estuviera en una placa en la pared (mejor exterior) del edificio que fue de la familia de su padre, donde nació, y que hoy forma parte del Parlamento de la nación que su abuelo presidió, sería una forma de reconciliación entre españoles, hoy tan necesaria.
21/11/2008 a las 20:25
Muchas gracias, escribiré sobre esto mañana.
22/11/2008 a las 17:12
Creo que sería positivo quedarnos con lo que podemos aprender de los años 30, en vez de intentar instalar una doctrina oficial sobre malos y buenos.
Como he comentado en otras ocasiones, cada uno de mis abuelos tenía una orientación política. Ambos estaban en la zona del Frente Popular, de modo que a uno le correspondió la checa y al otro un puesto en un departamento ministerial. Mis padres se casaron en los 60 y mis dos abuelos siempre se trataron con respeto y afecto.
El primero murió antes de que yo naciera (a causa de las secuelas de la checa), pero al segundo sí lo conocí. No me transmitió ni una sola idea política, y eso que yo nací en 1976, y casi todos los recuerdos que tengo de él son de los primeros 80. Él leía El País y solía visitar el asilo de monjas, a las que siempre había favorecido. Me da igual que hubiera trabajado para el Frente Popular. Me enseñó a leer, y cada día recuerdo su alegría y su arte de saber vivir y disfrutar, la simpatía con la que se relacionaba con todo el mundo.
Uno de sus hermanos murió en la guerra, luchando en el Bando Nacional. Guardo la medalla del Sagrado Corazón que llevaba, cuando estalló el avión que pilotaba él mismo.
Paco, un abrazo.