Noelle-Neumann era una socióloga alemana que alcanzó la notoriedad tras publicar el libro La espiral del silencio. Nuestra piel social. Lo que viene a decir Noelle-Neumann es que una especie de sexto sentido nos hace detectar que estamos en minoría y nos impulsa a callar nuestra discrepancia. Esa piel social hace enmudecer a un gran porcentaje de personas, como ya había comprobado Solomon Asch en su famoso experimento.
En todas las sociedades hay una tendencia hacia la conformidad.
Por suerte y por desgracia.
Es neutro, es así. Y eso es lo que defendía Noelle-Neumann.
El libro tiene una parte, la más amplia. de explicación histórica de cómo el fenómeno de la espiral del silencio se ha detectado desde hace siglos en la formación de la opinión pública. No es, por tanto, algo nuevo, algo que nace y muere con los medios de masas. Es una constante en la opinión pública.
En la actualidad (ella hablaba en los años 70) las dos fuentes de conocimiento de la opinión pública son la experiencia personal de cada uno, su vivir en sociedad, y los medios de comunicación (industriales, añado yo). Hoy diríamos que los medios sociales no son una tercera fuente sino una especie de segunda piel social, ya que amplían el conocimiento de otras personas y de otros medios de comunicación industriales.
Hoy se me ocurrió retuitear un tuit:
Cataluña: la espiral del silencio, de Francesc de Carreras, como siempre, dando en el clavo… http://t.co/OJTVcihplk
— Javier Gilabert (@JavierGilabertG) diciembre 30, 2013
El jefe de comunicación de Artur Mas me ha interpelado sobre el tema
Hola .@mdoval, sobre la espiral del silencio te hice una pregunta: Cuantos opinadores soberanistas van a TVE? Cuantos unionistas van a TV3?
— ;.¡ Joan Maria Piqué (@joanmariapique) diciembre 30, 2013
@joanmariapique habría que investigarlo, pero lo dices como si la espiral del silencio depndiera sólo de la TV
— Montse Doval (@mdoval) diciembre 30, 2013
Como se observará, con que hubiera puesto el «Hola» inicial, ya llegaba para que todo el mundo viera su tuit, no sólo nuestros comunes seguidores. Pero ha puesto el punto antes. Estaba claro que quería que lo leyeran todos sus seguidores. El resultado a su pregunta ya lo tenía él, me contestó:
@mdoval o sea, denuncias una cosa antes de investigarla. Te aporto: en TVE CERO. En TV3 todos los días, en todas las tertulias.
— ;.¡ Joan Maria Piqué (@joanmariapique) diciembre 30, 2013
Las menciones en Twitter se multiplicaron. No es que fueran en sí un número enorme pero sí que dan idea de que a las 3 de la tarde hay gente que está a la que salta con el tema del independentismo catalán, teniendo en cuenta de que me siguen sólo 1.200 personas y a Joan María Piqué 5.800.
Le pregunté hace unas horas a Piqué dónde podía leer la investigación sobre los tertulianos en TV3 y en TVE pero todavía no me ha contestado. Con esto no digo que no tenga los datos, quizá los aporte más tarde.
@joanmariapique sin afán de polémica y sin poner puntito antes ¿dónde puedo leer la investigación que mencionas? Gracias
— Montse Doval (@mdoval) diciembre 30, 2013
Twitter no es un buen lugar para debatir. De hecho, me hizo gracia que Piqué dijera, también, que la espiral del silencio no se puede dar en la sociedad actual y que en Cataluña es mentir hablar de espiral del silencio:
@mdoval denunciar una espiral del silencio en Catalunya es faltar flagrantemente a la verdad. Como si fuera posible en el mundo de las redes
— ;.¡ Joan Maria Piqué (@joanmariapique) diciembre 30, 2013
Me temo que o alguien no ha entendido bien el concepto de espiral del silencio o no se lo han explicado bien.
La tendencia a dar más valor a la opinión mayoritaria como si fuera unánime es general. Se da en España en determinados temas como el aborto o la pena de muerte o la Monarquía (cada vez menos) y es perfectamente compatible con las redes sociales: es un adanismo pensar que la tecnología nos hace más objetivos, menos asustadizos a la presión social; todo lo contrario, como ya expliqué en algún post hay, más bien, motivos para pensar que la presión social en las redes sociales es más fuerte y descarnada que en la vida no mediada.
Estoy segura de que Piqué es un tipo encantador y simpático que no va llamando a sus amigos para plantear un debate con una persona, como sí ha hecho en Twitter. Son cosas que pasan y que deberíamos aprender a no hacer. Mientras, la dinámica de esta conversación me ha llevado a pensar que convendría que algún académico catalán investigara el tema. Hay materia.
31/12/2013 a las 19:16
Yo sólo soy un humilde periodista de trinchera, pasado temporalmente al otro bando para defender una causa en la que creo. Desde la torre de marfil académica se ve más lejos, no lo dudo, pero quizá en la trinchera tengamos los pies más sobre el suelo. Lo que según Noblejas me han explicado poco, o mal, sobre la espiral del silencio me lo explicó él, y algunos otros, en sus complejas (y apasionantes) clases en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, de la que soy orgulloso antiguo alumno. De todos modos, no me quita un punto de orgullo que mi debate con la profesora Doval haya obligado a salir de su urna al «sancristo gros», como decimos en catalán, en defensa de su discípula, y llevarle a redactar un apunte que, medio en broma, sólo se me ocurre comparar con las 200 páginas del tocho enviado por el ministro Margallo a toda cuanta embajada y consulado españoles sobre el proceso catalán que, según la versión oficial, no existe ni existirá, pero que haberlo, haylo.
Doval, y Noblejas al rescate, aseveran que una minoría se impone a una mayoría silenciosa. Pero a continuación, me parece a mí que para que les encaje con la teoría de la «espiral del silencio» (que suena bien a efectos propagandísticos), afirman que cuando alguien intuye que está en minoría se suma a la mayoría. ¿En qué quedamos? El soberanismo es mayoría, o minoría? El soberanismo, los que están a favor de una consulta libre y democrática. Los que estamos, porque yo estoy a favor, y no lo oculto, ni lo disfrazo.
Es una pena que en toda su exposición no entren ni salgan ni una sola vez (ni una sola) los resultados electorales, que son la única manera auténtica de medir una tendencia política (en mi opinión).
En segundo lugar: ¿podríamos decir entonces que probablemente hay en España también una «espiral del silencio» sobre el hecho de que los catalanes podamos votar para decidir nuestro futuro? Siguiendo la teoría de Noblejas y Doval, quizá haya una mayoría silenciosa de españoles favorables a un referéndum para que la cuestión catalana se resuelva de forma democrática, pacífica, honesta, clara, mayoritaria. Recientes encuestas como la del CIS apuntan en esa dirección, como recordaba el subdirector de «El Periódico», Albert Sáez: «@albertsaezc: Mi 2013(4): El 75% de catalanes quien votar su futuro; el 50% de españoles lo acepta. Las elites de Barcelona y Madrid no quieren que vote nadie». ¿Espiral del silencio en los medios de comunicacion españoles?
No puedo aportar ninguna referencia académica, yo vivo en la trinchera, pero tengo entendido que numerosos teóricos de la comunicación apuntan que las redes anulan estas lógicas de aislamiento alentadas por la prensa tradicional en los siglos XIX y XX. Internet facilita la formación de grupos de opinión y comunidades afines que no necesitan una organización «clásica» o «institucionalizada» para expresarse.
Me da a mí que esto de la «espiral del silencio», tal y como se utiliza, tiene algo de fraude. Y, al final, no es más que una hipótesis. No es la ley de la gravedad. Como muchas cosas de la sociología, es casi incomprobable. Que haya números y estadísticas, en la modesta opinión de quien maneja encuestas y estadísticas con frecuencia, no quiere decir gran cosa.
Pienso en cambio (con una dosis de maldad, lo admito, como corresponde a quien trabaja en el lado oscuro) que toda esta argumentación no es ajena a las posturas políticas personales de Doval y Noblejas. Me huele a mí que con la larga argumentación académica (¡cómo evitar que acuda a la mente aquella cita de las «razonadas sinrazones»!) pretenden disfrazar un «parti pris»: en favor de la añagaza, la mentira, de quien sostiene que el proceso soberanista en Catalunya no es la opción libre de unas personas, sino una compleja conspiración judeo-masónica de malos españoles. Un poco como quien tira la piedra y esconde la mano. Entonces ya no sería academia sino que sería política, y aquí sí que es una persona, un voto. Pero esto, si fuera mentira, sería calumnia; y si fuera cierto, murmuración. Lo dejo.
No existe ninguna espiral del silencio en Catalunya. Existe un grupo de personas, cuya magnitud sabremos el próximo 9 de noviembre, que desearía ser consultada y expresarse sobre si Catalunya debe convertirse en Estado, y sobre si este Estado debe de ser independiente. Existe un debate que en los medios de comunicación públicos catalanes, y en la mayoría de los privados, es plural en cuanto a las voces favorables y contrarias a la consulta, y a su pregunta, e implicaciones. Ese pluralismo es lo que provoca la rareza de que los informativos de TV3 sean líderes, y los mejores que se hacen en España, en gran parte porque la gente sabe, más allá de infamias y chácharas indemostrables, que son plurales y en general ecuánimes.
Existen unas fuerzas políticas que, en el Parlament, en los medios de comunicación y en sus actos públicos, exponen sus argumentos libre y pacíficamente. Que convocan actos de modo que unos reúnen suficientes personas enlazando sus manos para unir 400 kilómetros de costa, Catalunya de punta a punta, y otros que a duras penas llenan la plaza de Catalunya de Barcelona. Todas acudieron igual de libremente e igual de influenciadas por una pluralidad de medios de comunicación y redes sociales. Medios de comunicación en los que, por cierto, en su conjunto las posturas soberanistas son ampliamente minoritarias, cuando no silenciadas, escarnecidas y/o menospreciadas.
¿Qué tal si pudiéramos votar y nos recontamos? Sin tanta teoría y con más escrutinio. Votos son amores y no buenas razones.
31/12/2013 a las 19:31
El año que viene contesto 😉 me toca cocinar. Lo leeré con interés y responderé en cuanto pueda. En todo caso, feliz año 2014 sin conspiranoias.
01/01/2014 a las 11:24
No me explico que sea tan difícil leer.
Ayer te decía que sin conspiranoias porque creo que lees las cosas con doble sentido, al menos en este caso, por eso no terminas de entender lo que yo he escrito.
La espiral del silencio nunca es de una minoría, sino de una mayoría (aparente o no) que acalla a una minoría (aparente o no).
No es una imposición de nadie sobre nadie, es un proceso natural en todas las sociedades.
Es preocupante que un jefe de comunicación de un presidente autonómico se ofenda por una teoría de la opinión pública.
Te he preguntado infructuosamente dónde está ese estudio sobre la TV3.
Cualquiera que te lea pensará que los profesores españoles son una especie de casta. Hasta el año 2009, estuve trabajando fuera de la Universidad. Vamos, que eso de pretender una falta de realidad en mi visión es tan adecuado como aplicártelo a ti, que al fin y al cabo estás en un puesto político, alejado de la visión sobre el terreno.
01/01/2014 a las 15:19
Hola, Joan María, he leído tu largo comentario. Que sepas que agradezco tu esfuerzo.
Como veo que me recuerdas para bien, pero con alguna laguna, te diré que -aparte de haber saludado a la señora Noelle-Neumann en una ocasión- nunca he enseñado sus cosas en mis materias, porque ella anda por territorios sociológicos, y los míos son -como pienso recuerdas- más bien filosóficos.
Aprovecho para comentarte que si ahora te sientes humilde pero con los pies en una trinchera, con gente enfrente en otra(s) trinchera(s) a la(s) que disparas, te rogaría que tengas cuidado con no darme por equivocación, porque yo no estoy en ninguna embarrada trinchera, ni tampoco en ninguna torre académica de marfil impoluto: más bien me veo andando con los pies en tierra por montes y llanos, a veces embarrados, a veces pedregosos, entre esas trincheras que mencionas, intentando saber por qué diablos (poder político, económico, industrial, etc.) hay últimamente tantas trincheras y agresividades bélicas -y tanto juego sucio- en la comunicación pública (periodismo, propaganda, publicidad, entretenimiento) y tan escaso interés y esfuerzo en saber con verdad cómo son y también cómo están realmente las cosas en nuestro mundo (pequeño o grande), de modo que podamos hacerlo más habitable para todos.
Que conste que no es una alusión personal, porque es alusión al asunto: me acaba de venir el recuerdo de una historia de Ismail Kadaré, que seguramente conoces, porque la mencioné en un libro, de donde ahora la copio. Siempre me resultó fascinante lo borroso y nebuloso de las fronteras o los límites específicos entre los trabajos profesionales de la comunicación pública. No pretendo asimiliarnos (los profesionales de la comunicación, entre los que también estamos los académicos) ni con los emisarios de antaño, ni tampoco con los «correos» de los que Kadaré cuenta esta historia de adversarios enfrentados e infiltrados, aunque algo de eso hay en nuestra niebla o bruma ambiental: «Los emisarios de antaño, por lo general ceñudos y sombríos como cuervos, fueron sustituidos por correos parlanchines, impacientes a toda hora por encontrar la ocasión de sentarse a charlar con los viajeros que encontraban de paso en las posadas. No resultaba difícil imaginar que eran portadores de dos especies de relato: el verdadero, que ocultaban celosamente, y el falso, retazos del cual ponían al descubierto supuestamente de forma casual o simulando estar ebrios, durante las veladas en torno al hogar. Aquella primavera las noticias falsas, tal como era de esperar, perjudicaron con frecuencia al adversario, pero no pocas veces sucedió también que sus propios autores acabaron siendo víctimas de ellas. Las rutas que conducían desde la capital turca hasta Venecia eran largas y llevar consigo la mentira y la verdad a un tiempo no resultaba tarea fácil. A veces la verdad, otras la mentira, goteaban destiñéndose la una a la otra, incrementando así la bruma del ambiente, que no era de por sí escasa aquel mes de marzo» (Tres cantos funebres por Kosovo, 1999, Alianza Ed., pp. 23-24).
Es preocupante ese desteñirse mutuo de la verdad y la mentira (no el simple error, no la mera opinión: la mentira), que incrementa la bruma del ambiente en que vivimos. Es decir, de la sociedad; es decir, nuestro ambiente: el de todos, el que también incluye a los profesionales de la comunicación, que ni se dedican a ver las cosas desde fuera (sea desde presuntas torres de marfil o sea con presuntas anteojeras ideológicas), ni tampoco se dedican a -digamos así- ser «la voz de su amo», sea cual fuere, o al equivalente «no morder la mano que alimenta», sea la que fuere. Ni en periodismo, ni en propaganda (o comunicación institucional, o corporativa, que parece queda mejor, sin ser necesariamente asuntos intercambiables, ni tampoco del todo diversos), ni en publicidad ni en entretenimiento.
Dichas estas preocupaciones profesionales, espero que veas, amigo Joan María, que he procurado centrarme en describir (escribiendo con los pies en tierra firme, y veo ahora que también acompañándote en longitud) algún rasgo del panorama en el que naturalmente aparece el asunto sociológico que la bendita señora berlinesa Elisabeth Noelle-Neumann dió en llamar «espiral del silencio». Y espero que entiendas que no entre aquí y ahora en esas cuestiones ideológico-políticas circunstanciales que te ocupan, situado en tu trinchera, porque de ordinario las circunstancias me tienen más bien en medio del barrizal del campo.
Un cordial saludo y feliz año.
01/01/2014 a las 23:40
Me debato en la duda de si es que no les entiendo, o lo que ocurre es que les entiendo demasiado bien. En fin, a riesgo de entrar o haber entrado ya en un debate estéril, aporto mis cinco céntimos, porque hay que exponer las propias razones cuando se tienen, y nunca hay que renunciar a la posibilidad de aportar alguna luz a quien anda a oscuras, si se tiene esa luz.
En sus propias palabras, estimada profesora Doval, la mayoría «acalla» a la minoría, pero esto no es una imposición sobre nadie, sino que es un proceso natural. Ajá. Y usted dijo que, denunciando este fenómeno que se produce en Catalunya, De Carreras daba en el clavo. Son sus palabras.
Pues no, señora y señor míos. En Catalunya nadie acalla a nadie, y quien diga lo contrario el único clavo en el que da es en el del ataúd de la verdad. O sea: quien diga eso, miente. Esa afirmación de que en Catalunya se acalla a la minoría hay que sustentarla. Para definir quién sea minoría y quién mayoría, en un asunto político, sólo existe un método: el voto. Permítase la consulta. Mientras, tenemos los resultados electorales, que el señor y la señora insisten en ignorar (no quiero pensar que sea para evitar que la realidad les estropee un buen «paper» académico, no lo pienso, no lo pienso).
Dichos resultados, parciales porque no corresponden sólo al asunto de si Catalunya debe o no pertenecer a España, indican que las fuerzas que se presentaron reclamando la consulta obtuvieron el 80% de los escaños; y que las fuerzas que han pactado la fecha y la pregunta equivalen a casi tres cuartas partes del Parlament. Efectivamente, se hace lo que dice la mayoría con pleno respeto a la minoría: lo inventaron los griegos clásicos, y se llama democracia.
No me molesta su teoría, querida profesora. Me molesta que se diga que en Catalunya se acalla a la minoría. Es mentira. Es mentira. Demuéstrenlo. Yo les digo en cambio que en España se acalla a la minoría soberanista, minoría vista a escala estatal. Se la silencia, se la desprecia, se la ridiculiza, se la ningunea. Se oculta que casi dos millones de personas salieron a las calles y a los caminos de Catalunya para pedir votar y pedir la independencia, y se atribuye a una conspiración mafiosa de cuatro políticos liderados por un president que o es un loco, o es un corrupto, o ambas cosas. No tengo ningún estudio, querida Montse, ni me hace falta: afirmo que en TVE no se invita a opinadores soberanistas, y que en TV3 los hay unionistas en todas las tertulias, con la experiencia empírica de quien, por su trabajo, sigue las tertulias todos los días. Hay vida más allá de los estudios.
Si los catalanes quieren, Catalunya se independizará y muchas personas de bien en España no entenderán nada. Se preguntarán qué demonios ha pasado, como habrá sido posible. Porque no habrán recibido a través de sus medios de comunicación ninguna explicación, nadie les habrá contado «las causas que les impelen a la separación», como reza la Declaración de Independencia de Estados Unidos. Las tenemos. Existen. Se pueden explicar, son racionales y nos convencen a muchos. Son motivos, razones, que llevan libremente a muchas personas a preferir la incertidumbre de lo desconocido a la certeza de lo que conocen demasiado bien. Nadie en su sano juicio ni con ganas de comprender la verdad, sobre todo de entenderla y explicarla, puede pretender que una corriente democrática como la que se vive en mi país responde a una alucinación colectiva. La verdad incómoda es mucho más que una frase, sobre todo cuando le incomoda mucho a uno mismo.
Ahora resulta que la espiral del silencio no es tema del profesor doctor Noblejas. Lo sospechaba, viendo la aplicación que hace de la teoría a la práctica. Para no ser su tema, déjeme decirle que se ha extendido mucho sobre el asunto. Pero como no le sigo, quizá la medida estándar de sus disertaciones sobre los temas que estudia sea mucho más prolija. Como lo de los cuervos mentirosos no iba por mi, sino por algún otro jefe de prensa con el que debate, no lo tengo en cuenta. El barrizal Noblejas lo conoce bien, se ve. Yo podría tener la tentación de pensar que el doctor Noblejas sigue tirando la piedra y escondiendo la mano, disimulando, pero he resistido victoriosamente esa tentación.
Afirmo, eso sí, que, en general, cuando se insulta, ni que sea por persona interpuesta, citando pudorosamente a otro para no mancharse; cuando se desprecia; cuando se dice que las opiniones contrarias que se expresan son contrarias porque son mercenarias; cuando se juzgan las intenciones; y cuando se toca el violín esquivando el asunto del debate, pretendiendo estar por encima del bien y del mal, lo que se transmite es una gran pobreza de recursos; una gran soberbia, estéril e infundada como todas las soberbias; y sobre todo la clara conciencia de haber perdido el debate, y la rabieta consiguiente. No rechisten a la prima donna, podría arañarles.
Son ustedes quienes han entrado a valorar una cuestión política. Ustedes han entrado en esta trinchera, trompeteando su apoyo a una tesis discutible y falsa y en base a algo que no es más que una hipótesis, no la ley de la gravedad. No finjan que quieren hacerlo con criterios puramente académicos. Sean nobles y expliquen con qué prejuicios y posturas ideológicas emiten esos dictámenes presuntamente científicos. No hay espiral del silencio en Catalunya: la hay en España. Sean honestos. Denúncienla.
02/01/2014 a las 00:31
Me he quedado, como Noelle-Neumann, mirando al techo.
Añado más tarde lo siguiente, por algún motivo, no me permite poner otro comentario, quizá por su longitud:
«Usted dijo que, denunciando este fenómeno que se produce en Catalunya, De Carreras daba en el clavo. Son sus palabras.»
No, son las palabras de Javier Gilabert, catalán para más señas.
Joan María, no hay ninguna guerra en marcha, que yo sepa. Nunca he vivido en una trinchera ni me gustaría hacerlo.
Creo que si hay alguien leyendo este debate le estás haciendo un flaco favor a la causa independentista.
Te diré que, como no vivo en Cataluña ni me dedico al estudio de Cataluña ( al igual que tú no te dedicas al estudio de Galicia, por ejemplo) me informo de lo que dicen unos y otros a través de los medios y de las redes sociales, o sea, como todo el que no vive allí. El catalán no lo entiendo bien, lo cual es una desventaja para informarse, seguramente.
Pero esta polémica me está aportando mucho en el conocimiento del ambiente que se debe de vivir allí y lo veo sofocante.
Ir buscando segundas intenciones en todo lo que otra persona dice hace imposible el diálogo. Al principio dices que te debates en la duda, pues la duda hubiera sido la mejor solución y, por tanto, preguntar. Pero no, has decidido rendirte a la certeza falsa de que te atacan, de que atacan a Cataluña, de que hemos urdido, no sé cómo, trampas académicas. Están fuera de mi alcance, te lo aseguro, otras cosas más importantes me reclaman y no soy lo suficientemente lista.
Pienso que los problemas de Cataluña no somos los españoles, que tenéis unos problemas económicos gravísimos, de alta corrupción, por ejemplo en tu partido; de paro, de despilfarro político mientras los ciudadanos de Cataluña soportan una alta presión fiscal. En vez de poner solución a esos problemas, que los políticos catalanes han agravado, os dedicáis a crear un problema fuera, un enemigo externo que mira entre extrañado y divertido, el disfraz de opresor que le habéis fabricado. «Wag the dog», ya sabes.
Si tanto os interesa la opinión de los catalanes, se me ocurren unos cuantos referéndums legales que podíais hacer y que corresponden con las preocupaciones de sus ciudadanos, por ejemplo, los gastos en subvenciones a medios de comunicación o en embajadas en el extranjero. Pero en eso, no os interesa la opinión de los catalanes.
Frente a tus certezas falsas sobre todo lo que nos ocupa, (tú sí estás seguro de un silencio premeditado en España, tú sí estás seguro de la manipulación en los medios españoles, tú sí estás seguro de la objetividad de TV3; sin aportar un dato) permite que ejerza como periodista y profesora la duda y, por tanto, la hipótesis: la sociedad catalana guarda silencio en un gran porcentaje, un gran porcentaje que se pondrá en evidencia en futuras convocatorias electorales o si, lo dudo, se convoca el referéndum inconstitucional. Ésa es la hipótesis. Igual que lo hizo en el referéndum del Estatut, con una abstención mayor del 50% frente a la agitación política y mediática. Una abstención, no lo olvides, que no hubo cuando se aprobó la Constitución española de forma aplastante en Cataluña. Pero, claro, aquellos años había políticos en Cataluña.
Y esa hipótesis no la voy a investigar porque queda fuera de mi capacidad: animo a los periodistas y académicos catalanes a hacerlo. Cuando vea los resultados, opinaré sobre ellos. Mientras, permíteme que hable, lea, comparta y opine lo que me dé la gana sin verme acusada de urdir complots, mentir u ofender.
Y una última recomendación: respeto. En primer lugar por el profesor Noblejas que honradamente ha expuesto su opinión y te ha dado alguna indicación delicada para que corrijas el rumbo de tus intervenciones. En segundo lugar, respeto a los ciudadanos de tu comunidad autónoma, a los que te debes ya que cobras de ellos, respeto a los que pagando sus impuestos no piensan como tú; y respeto a los que piensan como tú y no quieren ver su causa denigrada por intervenciones tan desafortunadas.
02/01/2014 a las 09:59
A lo mejor te parece fuera de contexto, estimado Joan María, pero ahí va. Como diría T. S. Eliot, los hombres no pueden soportar demasiada realidad, y -como añade René Girard- en sus deseos miméticos triangulares (queremos algo porque lo tiene otro, que es modelo y rival al tiempo) a veces recurren al mito y al chivo expiatorio (en plan clásico primordial, sin entrar ahora en cuestiones de antropología de la religión), porque tienen que olvidar a toda costa la violencia de aquello mismo que ellos hacen.
02/01/2014 a las 21:32
Buenas tardes, me dirijo a ustedes «por alusiones».
Gracias Montse por el retuit, en casa echamos de menos leer a Francesc de Carreras en La Vanguardia. No sabemos qué ha podido pasar, pero coincide con el cambio de director. Era un placer leerlo en «nuestro diario de cabecera» porque, en medio de una inmensa profusión de artículos pro independentistas en los diarios catalanes, leer a FdC era como una flor en medio del desierto. (Cómo también lo sería leer, digamos a Piqué, a «sensu contrario»). Me gusta leer opiniones divergentes sobre hechos de actualidad, me ayudan a pensar y hacerme composición de lugar.
Cuando me fui a trabajar a Madrid, verano de 1994, donde estuve más de cinco años, se me voló la barretina al poco tiempo. Conservamos muchos amigos con los que nos vemos con frecuencia. Mis hijos pequeños tuvieron que aprender castellano, no les costó mucho, pues el cerebro de los niños es como una esponja. De éstos amigos me llegan noticias, están alucinando, ni enfadados ni exaltados, aunque un poco decepcionados.
Al regresar a Catalunya, 1999, lo que más nos iba sorprendiendo era el cambio que se iba produciendo en nuestro país, siendo el proceso de reforma del Estatut d’Autonomía lo que, desde mi humilde punto de vista, hizo nacer, explosionar, una corriente independentista desde lo que era un sentimiento nacionalista sereno. (La “preocupación” por el Estatut era del 1% de la población).
(Sigue)
02/01/2014 a las 21:34
Contínuo:
Pero lo que ya fue la gota que desbordó el vaso fue la sentencia del TC sobre el Estatut d’Autonomia.
A ello se debe sumar la crisis y el descontento que generó y la habilidad de los gobernantes catalanes para decir que la culpa de nuestros males era, es, de España. Como si aquí no se hicieron barbaridades como el Aeropuerto de Lleida, los polideportivos en los pueblos, la desalinizadora del Llobregat….
Aquí ya, los que somos de formación jurídica, estábamos perdidos.
Los que creemos en el estado de derecho intentábamos explicar que el «pobre» TC no tenía mucho margen de maniobra, (no entro en si es un órgano político o jurisdiccional), y que el legislador sabía positivamente que la Ley Orgánica del Estatuto de Autonomía chocaba con varios preceptos de la Constitución.
Fue en el verano de 2010 cuando descubrí el seny en los artículos de Francesc de Carreras, Catedrático de Derecho Constitucional y empecé a leerlo habitualmente. (Sin dejar de leer a Lluís Foix, Rafael Nadal, Francesc Marc Álvaro, Pilar Rahola, Miquel Roca, Salvador Cardús, Fernándo Ónega, Gregorio Morán, entre otros).
Mucha gente, ante mis intentos de explicar el principio de legalidad, se ponía hecho un basilisco diciéndome que “eso” no servía de nada cuando el pueblo había hablado.
A partir de entonces he ido apreciando un fenómeno que, desde mi humilde punto de vista, y por personas que conozco, encaja perfectamente en lo que Francesc de Carreras explicaba en el artículo que retuiteé, diciendo «como siempre, FdC dando en el clavo».
Así como tengo amigos que viven con un sentimiento independentista a tope, y para evitar problemas, hemos llegado al acuerdo de no tocar este asunto cuando estamos juntos, hay otros a los que ya no contesto por educación, por no crear mal ambiente, (quizá es una conducta errónea, pero valoro mucho la «paz social»).
Sigue….
02/01/2014 a las 21:35
Continuo para finalizar
No conocía el origen del término la «espiral de silencio» y con ustedes me he documentado mucho.
Desde mi experiencia, en mi entorno, aprecio una increíble espiral de silencio, y ahora sé por qué.
El Sr. Piqué, como muchos otros, vive un sueño, bonito, pero un sueño. No es el momento. Además, me aterra si se rompe aún más el principio de legalidad. Hay un camino que quizá sea largo, pero seguro, por el que se puede conseguir cualquier objetivo en España siguiendo la legalidad actual. La Constitución tiene previstos mecanismos de modificación de la misma, incluidos los artículos “súper protegidos” contemplados en el artículo 168 de la misma. Si se ha podido esperar 300 años, se pueden esperar unos poquitos más, por el bien de todos.
Tengo amigos y conocidos, con nombre y apellido, que saben que no es prudente expresar su opinión al respecto de la independencia. Familias en las que ya no se ha hablado del tema en estas Navidades para no pelearse. Compañeros de trabajo que prefieren un buen ambiente en el despacho a manifestarse como unionistas… etc.
Un cordial saludo a todos y feliz Año Nuevo.
02/01/2014 a las 21:51
Muchas gracias por su comentario, Javier. También valoro mucho la paz social y entiendo el silencio de tantos que se resisten a la polémica. Espero que poco a poco se vayan ganando espacios en los que se pueda dialogar sin crispación sobre la independencia o no de Cataluña. Mucho ánimo.
03/01/2014 a las 00:34
El vivo debate Catalunya-España responde a sentimientos, ideología y parcialidad. Se puede vestir con los tintes académicos o intelectuales que se deseen pero estas dos mundos no se van a convencer con todo el ethos, pathos y logos del que seamos capaces de reproducir.
La Historia nos ha enseñado, en repetidas ocasiones, que la única manera de superar estos posiconamientos irreconciliables es con el voto.
Y quien se oponga a libre ejercicio democrático, lo va a tener muy difícil para convencer de que la «verdad» y «la razón» están de su parte, sobretodo más allá de la frontera ibérica.
Tal vez sea buena idea que @fcom cogiera el guante y albergara un debate tranquilo, sereno y complejo acerca de estas miradas y realidades «irreconciliables». Seguro que la experiencia es más provechosa de lo que a priori podemos considerar.
Un abraçada!
03/01/2014 a las 12:03
Aleix, llevamos votando desde 1978. Puestos a pedir referéndums, yo propondría los de arriba, que parecen no interesar, y que el referéndum inconstitucional se celebrara en cada municipio, para que cada municipio pueda decidir si pertenece a esa república catalana. Eso sería un ejercicio democrático también. Si os negáis, no sé por qué. ¿O es que el municipio no puede ejercer su soberanía?
03/01/2014 a las 13:09
Montse,
Gracias por la respuesta.
El movimiento transversal y plural del «derecho a decidir» se contempla como una sucesión de diferentes estadios con la aspiración de construir un «estado nuevo» diferente para dar respuesta a los ámbitos que mencionas. Un «estado» para servir mejor a las personas; otra manera de entender el servicio público; otra manera de entender el Gobierno y el Parlamento; regeneración ética de la vida pública y de los partidos… Coincide con tu planteamiento.
Te refieres al referendum como «inconstitucional». Diría que es una aseveración subjetiva y un juicio de valor -totalmente respetable y defendible. Las personas que entienden, los juristas y expertos, en cambio, lo sitúan dentro de la la Constitución:
http://premsa.gencat.cat/pres_fsvp/docs/2013/08/01/20/02/5f174ad8-9c92-4743-aacb-aa3b4429d2ab.pdf (A partir de la página 51).
Pero no solo ellos: Herrero de Miñón y Javier Pérez Royo también defienden su constitucionalidad.
Así pues se trata más de voluntad política -respetable y defendible- que a argumentos de constitucionalidad.
Cuando la respuesta al único movimiento social-cultural y político en Europa que es en positivo y que sonríe, es que su demanda es «inconstitucional» se está mirando hacia otro lado y no se quiere afrontar el debate. No habíamos quedado que sin «violencia» se podía hablar de todo? En este sentido el proceso catalán creo que es ejemplar.
Y la propuesta de referendum por municipios puede ser una innovación jurídica interesante a considerar. Pero no tengo conocimiento que se haya dado en otras realidade o momentos históricos. Pero me gusta pensar que si el referendum es a nivel de municipio, entonces ya no sería «inconstitucional» :).
Ante el debate del Estatut, al que os habéis referido en este interesante diálogo, muchas voces influyentes (en Catalunya y en España) alertaban de la frustración que generaría el proceso y de que no llevaría a ninguna parte. Y aquí estamos. Ahora, más de lo mismo -deja-vú. Mantenerse enrocado en esta posición -legítima- va a multiplicar el proceso aún más.
Además cuando el movimiento, no es anti-nada. Todo lo contrario: es a favor -las imágenes de familias enteras cogiéndose de las manos, sonriendo, expresando pacífica y democráticamente sus anhelos de un futuro mejor, son de una fuerza extraordinaria- y España podría aprovechar el proceso catalán para vivir su propia primavera (que creo que también se la merece y la necesita).
Del proceso catalán, como de todo, se puede/debe discrepar, desconfiar, escuchar, reflexionar… Pero impedir el debate
Dejemos votar, y que las partes defiendan libremente sus postulados, ideas, valores… y que las personas decidan. Ahí sobretodo también van a poder votar por el NO. Y no pasa nada. Esa es la manera racional de solucionar las dificultades.
Tal vez este texto ayude a entender un poco más la compleja realidad catalana: http://don-aire.blogspot.com.es/2014/01/10-claves-sobre-cataluna.html
Agradezco tu tiempo y amabilidad. Una abraçada respetuosa y afectuosa des de la discrepancia sana y necesaria!
03/01/2014 a las 21:02
Sí, claro que sería inconstitucional el de los municipios, por eso digo que puestos a elegir sujetos de soberanía donde a cada uno le interese, se puede poner el límite donde uno quiera, ya que están todos al margen de la ley. La Constitución fue masivamente aprobada en Cataluña, el TC eliminó el euro por receta, para vuestra alegría, pero no aceptáis la Constitución cuando no os conviene. ¿Tú crees que aceptaría Mas un dictamen negativo del TC sobre su referéndum? Mira lo que dice Francesc de Carreras sobre eso: el derecho a decidir no existe en ningún ordenamiento jurídico. Habría un camino largo, como Javier Gilabert indica, pero no se quiere tomar. Lástima. Se prefiere la chapuza y el enfrentamiento, una pena.
03/01/2014 a las 20:33
Aleix,
Me encantaría poder celebrar, legalmente, el referéndum y a poder ser en libertad y con una pregunta coherente. El «Estado» sin adjetivo, no existe, y me temo que no hay consenso sobre el tipo de estado que se desea. ¡Lo que costó ponerse de acuerdo para la pregunta!
Esta situación provoca mucha incertidumbre.
Sigo pensando que una Catalunya independiente es un sueño, precioso, y que ahora no toca. Además, insisto, nada impide hacerlo por la vía legal con la legislación actual.
Me gustaría leyeseis esta entrevista a Francesc de Carreras, es muy ecuánime y aclara muchos conceptos. (Espero que el vínculo funcione)
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/11/10/catalunya/1384100787_885556.html
Un cordial saludo a todos,
Javier
03/01/2014 a las 21:05
Anda, no había leído su comentario, Javier, y he puesto el mismo enlace 🙂
04/01/2014 a las 23:02
Montse y Javier,
Gracias por las respuestas y el enlace.
Montse, creo que la apreciación que haces sobre determinar «sujetos de soberanía donde a cada uno le interese» es poco justo con la realidad. Entiendo que si en Catalunya hay una demanda de un nuevo estatus político, es de sentido común preguntar a la ciudadanía de Catalunya para validar esa aspiración. Si esta misma cuestión la planteara cualquier Comunidad Autónoma del 143, no tendríamos este debate. Nadie apelaría al voto del conjunto de la ciudadanía española.
Al apelar al voto masivo a la Constitución Española en Catalunya, obvias que la alternativa, el voto negativo, era un voto a favor de continuar en dictadura. Diría que talvez es poco afortunado. Y todo evoluciona, hubo quién creyó que era un avance y que el concepto de «nacionalidades y regiones» se iría desplegando con una lectura generosa. Y coincidiremos que no ha sido a sí.
Citas inteligentemente ejemplos del TC. Soló os propongo uno el de las becas universitarias. El TC confirma la competencia catalana, pero el Estado no quiere cumplir.
El catalanismo político hasta ahora creía en cambiar España desde dentro. Pero se han agotado las energías y se ha llegado a la conclusión que el Estado siempre tiene un NO, como respuesta. NO a Estatut, No al Pacto Fiscal, No al referendum, No …
Fijaos que se quiere convencer a los catalanes «amenazando» con todas la expulsiones y plagas habidas y por haber: de la UE, del Euro, de Schengen, NATO… No creo que sea la estrategia más inteligente de seducir a nadie.
Javier, tu crees que el proceso provoca «incertidumbre» y «que ahora no toca». Y es una opinión totalmente respetable y defendible. Ahora bien, seguro que no es difícil encontrar opiniones contrarias :).
Proponer a Francesc de Carreras como referencia académica y árbitro, me podría parecer lo mismo a vosotros os puede producir que os proponga por ejemplo a Carles Pi-i-Sunyer, magistrado del TC http://www.lavanguardia.com/politica/20130626/54377002141/viver-pi-sunyer-imposible-encaje-constitucional-catalunya-espana.html
Pero, a pesar de la parcialidad y la implicación del profesor, recojo el guante. En el Parlament se creó la Comisión sobre el estudio del Derecho a Decidir, y se ha buscado la participación de todas las sensibilidades. Esta es la comparecencia del profesor de Carreras http://www.parlament.cat/web/actualitat/canal-parlament/sequencia/videos?p_cp1=6812203&p_cp3=6812598 (es en catalán, pero se entiende muy bien, creo que Javier lo habla y lo entiende perfectamente y Montse creo que con tu galego natal también se entiende muy fácilmente). Son más de dos horas extraordinarias. De ahí que coincida con Joan María cuando aifrma que hablar de espiral del silencio, o de «persecución» a quién no «comulga» con el proceso soberanista,es una falsedad malvada.
El diálogo jurídico y político de de Carreras con l@s representantes de los diferentes grupos es muy interesante y matiza y mucho lo que dice en la entrevista.
Aún así, bienvenidas sean todas las opiniones: jurídicas, políticas, sociales, parciales, neutras. Pero parece que bajo las imposibilidades formales se dibuja una voluntad que no quiere ponerse en la piel de la otra parte. Y en alguna cosa coincido con de Carreras: impedir votar es dar más argumentos para que el soberanismo crezca y convencer a personas emocionalmente distantes del proceso, que vale la pena apoyarlo.
Gracias por vuestras reflexiones, vuestro tiempo y amabilidad!
PS: reitero que @fcom haría bien en albergar un debate tranquilo y sereno. Paradójicamente se estaría favoreciendo un diálogo necesario.