A continuación, mi intervención en el acto de presentación del informe «Jóvenes e Internet en Galicia 2024»

La gente joven es un concepto ambiguo: a veces, se refiere a menores, en otras ocasiones a los adolescentes y en otras a jóvenes adultos. En esos años se producen acontecimientos irrepetibles en las vidas de las personas: se ponen las bases de la identidad, se inicia el deseable proceso de alcanzar la autonomía personal, se dedica mucho tiempo a la propia formación, tiempo del que no se dispondrá más tarde.

Desde que las pantallas empezaron a reemplazar a otros soportes y actividades en las vidas de todos – no sólo entre los jóvenes- parte de la población ha mostrado entusiasmo por la novedad, otra minoritaria ha optado por la reflexión crítica y algunos han mostrado un rechazo absoluto. Quizá el momento más acrítico ha pasado. El futuro estaba lleno de promesas. Hasta 2016.

Qué ocurrió en 2016. En 2016 se vieron en la esfera pública unos efectos de los nuevos medios que parecían alarmantes: el referéndum del Brexit (2016), elección de Trump (2016), el referéndum de Cataluña (2017) son sólo algunos ejemplos del nuevo ecosistema informativo en el que la agitación y la propaganda pesaban más que la información. Y las vías de entrada eran las pantallas combinadas con las redes sociales.

En “Comunicación efímera”, publicada en 2018, reflexionaba sobre el papel central de la comunicación, que es el meollo de la cultura y aun de la vida misma, y cómo la cultura es una pantalla muy selectiva entre la persona y el mundo exterior. Esa asimilación entre la pantalla y la cultura es del antropólogo Edward T. Hall y muy anterior a las pantallas tecnológicas. Hall se refiere a que nuestra cultura es algo internalizado que hace de pantalla (que vela) entre nosotros y el mundo para seleccionar a qué prestamos o no prestamos atención. Es decir, a qué dedicamos nuestro tiempo, nuestras vidas, en suma. En el momento en que un medio se instala en el ecosistema de una cultura, la transforma. No entro en si la mejora o la empeora, la transforma de manera similar a cuando se introduce una especie exótica en un hábitat. Transforma la cultura y, por tanto, la mediación entre la realidad y el yo, a qué dedicamos la atención, la vida.

Esto tiene mucha relación con una investigación que llevé a cabo junto a dos colegas de la Universidad y que se centraba precisamente en la dieta digital de los alumnos de Comunicación de la Universidad de Vigo en el primer curso. La perspectiva en la que se enmarcaba el estudio es la teoría de usos y gratificaciones. Esa teoría tiene su origen en los años 40 del siglo pasado y se originó en la investigación sobre el consumo de la radio. ¿Qué viene a decir esta teoría? Que en muchas ocasiones el consumo de un medio busca más una gratificación que un uso decidido conscientemente. ¿Y cuáles son esas gratificaciones que se buscan de modo más bien inconsciente? “El uso ritual se define como uso de diversión: pasar el tiempo, escapismo, entretenimiento, relajación, etc. El uso instrumental, su opuesto, tiene fines utilitarios, podríamos decir que intencionales o voluntarios, mientras que el uso ritual estaría más ligado al uso inconsciente o involuntario” (Doval-Avendaño, Domínguez Quintas, & Dans Álvarez de Sotomayor, 2018). En el experimento realizado entonces, una de las conclusiones era que “el aparato que más se echa de menos es el móvil, muy por encima del ordenador y de la tableta. El uso del móvil que destaca es el de eliminar o paliar la soledad, por las menciones directas de los participantes o por la alternativa que buscan para hacer su ayuno digital: la compañía. Se puede detectar un uso ritual de las pantallas en las horas alrededor del sueño, bien sea para ver series o películas o, lo más frecuente, para consultar las redes sociales o los servicios de mensajería. Son las horas en las que más les cuesta prescindir de la tecnología” (Doval-Avendaño, Domínguez Quintas, & Dans Álvarez de Sotomayor,  2018).

Por decirlo de manera más clara, no es el contenido el que importa sino la chuche psicológica que palía alguna carencia. En la medida en que esa chuche se utiliza de manera ritual, inconsciente, se instala un mecanismo de repetición que solamente podrá ser abordado si, como señalábamos en el estudio, se activan “procedimientos cognitivos básicos, tales como la reflexión sobre el propio uso de los aparatos en la vida cotidiana”. Esto “constituye un verdadero ejercicio de autoformación y una contribución a la educación permanente más allá del currículo oficial de las materias. Fomenta el pensamiento crítico como destreza necesaria para procesos cognitivos superiores” (Doval-Avendaño, Domínguez Quintas, & Dans Álvarez de Sotomayor, 2018). Esta activación se produce, por ejemplo, cuando, como hicimos en el experimento, se les pide que ayunen de pantallas durante 24 horas. Es similar a lo que McLuhan decía sobre los medios: el pez no es consciente del mar en el que vive, solamente somos conscientes del medioambiente simbólico en el que habitamos cuando salimos de él.

Desde entonces ha llovido mucho, especialmente en Vigo, pero esta activación de procedimientos cognitivos básicos es más fuerte en la sociedad. Hace dos años, si no recuerdo mal, se produjo aquí la presentación del “Libro blanco del influencer”. Una de las personas entre el público, padre, mostró su inquietud por la salud mental de los jóvenes y dio datos sobre la tasa de suicidios, que había aumentado enormemente. Recurriendo a otra teoría de los efectos de los medios, teníamos a una persona que pertenecía a esa categoría de los adaptadores tempranos de una nueva tendencia social, en este caso, el cuestionamiento del uso indiscriminado de los móviles desde edades tempranas.

Hoy esa reflexión se ha convertido en algo que ya alcanza a una primera ola de mayoría temprana que se organiza, por ejemplo, entre padres de alumnos que no quieren que sus hijos utilicen el móvil y hacen un pacto – precisamente utilizando una herramienta como Telegram- para no comprarles el aparato. Estoy en algunos de esos grupos de Telegram. Por ejemplo, el grupo Galicia_Adolescencia libre de Móviles tiene 594 miembros y se define como “familias apoiándose para non ofrecer un smartphone ós seus fillos ata os 16 anos. Compartimos información que axuda a loitar contra a presión social e o exceso de pantallas”.

¿Qué está ocurriendo? La divulgación de investigadores académicos o autores estadounidenses como Jonathan Haidt[1] o la canadiense-española Catherine L’Ecuyer llegan a la sociedad tras unos años. Lo hacen a través de los medios de comunicación y, mientras las familias son testigos de comportamientos que no les complacen en sus hijos o sus compañeros hasta la explicación de que eso puede deberse a la exposición temprana a la tecnología, pasan unos años.

Hay autores como el mencionado Haidt que hacen una conexión entre la ansiedad y el suicido entre adolescentes con el uso intensivo de las redes sociales a través del móvil. Supera mi capacidad el establecer esa conexión con certeza. Mi única certeza es que los efectos de la tecnología móvil son especialmente potentes. Así concluíamos en 2021, Manuel Martín Algarra y yo, un artículo de investigación sobre el efecto de la tecnología en el periodismo: “En 1941 Lazarsfeld estaba convencido de que los medios producen efectos más allá de la intención de sus gestores y que esos efectos son más poderosos cuanto más complejo es el medio. En 2019, Zuboff afirma que los medios permiten obtener el behavioral surplus o sobrante de comportamiento con que crear modelos que predicen el comportamiento de la audiencia. La tecnología digital ha convertido los medios en instrumentos con efectos especialmente complejos y poderosos” (Doval-Avendaño & Martín Algarra, 2021).

La potencia del medio, en este caso el smartphone, es que extrae información del comportamiento de millones de personas ante estímulos múltiples. La tecnología no sólo gestiona información sino que la produce y esa información, grandes datos, está en manos de unos pocos para su explotación comercial a través de algoritmos. Es lo que se ha llamado “capitalismo de vigilancia” (Zuboff, 2019). La política de las plataformas es, por lo tanto, “indiferencia radical” hacia el contenido de lo que sucede en las redes. No somos ni siquiera el producto, como Zuboff explica, sino la carcasa del producto, el envoltorio. El producto es la cantidad ingente de datos que producimos y que ha permitido, por ejemplo, entrenar el nuevo producto estrella. No era más que cuestión de tiempo que el siguiente paso fuera la llamada impropiamente inteligencia artificial. Es un nombre decidido por el marketing, los expertos lo llaman “aprendizaje de máquinas”. Como dice algún experto, por ejemplo, Christian Bauer (Bauer, Bazán-Gil, & López de Solís, 2022), gestor del archivo de la Radiotelevisión austriaca (ORF), ni es inteligente, ni es artificial.

Como Zuboff, recordando a Arendt afirma, el totalitarismo tuvo éxito porque en un mundo incomprensible donde los problemas desbordaban a los individuos, el totalitarismo ofrecía la solución. En el siglo XXI, el utilitarismo de las plataformas tiene éxito porque ante un mundo aún más incomprensible y problemático, ofrecen huida, espejismo, compañía, certezas, identidad, prestigio, pertenencia al grupo, todas esas cosas que jóvenes y mayores echan de menos en nuestra sociedad. La alfabetización mediática más básica pasa por comprender los medios –como decía McLuhan- para poder a utilizarlos con libertad, escogiendo racionalmente qué uso es útil para cada persona, para dominarlos y no ser dominado. Ese es el reto de los próximos años, para las familias y toda la sociedad.

Referencias

Bauer, C., Bazán-Gil, V., & López de Solís, I. (5 de mayo de 2022). 1st MEDIA MANAGEMENT WEBINAR 2022. Text, Media and AI, Oh My! Obtenido de https://fiatifta.org/seminar/media-management-webinars-2022-1/

Doval-Avendaño, M., & Martín Algarra, M. (2021). Periodismo y tecnología, tendencias de investigación y propuestas. Estudios sobre el mensaje periodístico., 463-480.

Doval-Avendaño, M., Domínguez Quintas, S., & Dans Álvarez de Sotomayor, I. (2018). El uso ritual de las pantallas entre jóvenes universitarios/as. Una experiencia de dieta digital. Prisma Social: revista de investigación social(21), 480-499.

Zuboff. (2019). The age of surveillance capitalism. Londres: Public Affairs.

GRUPOS DE TELEGRAM

https://t.me/AdolescenciasinmovilesES/1

https://t.me/c/2113366678/1

[1] Su último libro es The Anxious Generation, publicado en marzo de 2024.