Me ha sorprendido ver en las redes el apoyo que suscita Peterson. Me sorprende verlo en hombres y mujeres que considero cabales.

No he leído los libros de Peterson pero critico sus propuestas y quiero explicar por qué creo que puedo hacerlo: al igual que si alguien lee esto y lo encuentra absurdo, puede criticarme y no estar de acuerdo sin necesidad de leer todo lo que yo haya escrito. En segundo lugar, no pienso leer su libro porque creo – como dice esta pieza de First Things – que esto es mero capitalismo. Peterson vende libros (Planeta no es una editorial para minorías) y se gana muy bien la vida con su canal de YouTube. Defiende su cuota de mercado. No hay problema mientras eso no se haga pasar por discurso alternativo, sofisticado o intelectual. En tercer lugar hago lo que suelo hacer cuando investigo un tema: ir a las fuentes y las fuentes no respaldan a Peterson.

1. El propio discurso de Peterson es incoherente. No hace falta más que oír las entrevistas que le hacen para comprobar numerosas contradicciones. Peterson dice luchar en contra de las tendencias identitarias de la sociedad posmoderna. No puedo estar más de acuerdo. Lo chocante es que acto seguido prefiere tener más en común con las langostas que con las mujeres. Dice que nuestro modelo debe ser la langosta y su organización jerárquica (darwinismo social) pero afirma que la ‘feminización’ del hombre (sea eso lo que sea) le va a convertir en un ser violento. O sea, prefiere ‘langostizarse’ que ‘feminizarse’.  Es un identitario masculino.

Dice que las mujeres tienen peores sueldos por su tendencia a agradar y que, por tanto, las mujeres deben ser más asertivas y cambiar. En su peculiar planeta, ese es el modo en que funciona la economía. Es decir, las mujeres deben ‘masculinizarse’ para ser competitivas pero los hombres no deben ‘feminizarse’ porque se ponen agresivos. No sé por qué yo no puedo ponerme agresiva por tener que ‘masculinizarme’. Me suena tan rancio como la Sección Femenina: el mercado laboral es para los hombres.

Como ven, el hombre no debe ceder un milímetro de terreno según él. Debe resistirse al cambio. La mujer ha de pelear cada mínimo avance aceptando el marco, las reglas mentales de la masculinidad. Si eso no es intensificar el enfrentamiento entre hombres y mujeres, no sé qué es.

Pongo ‘masculinizarse’ y ‘feminizarse’ entre comillas porque esa forma de aproximarse a los hombres y a las mujeres es otro ejemplo más de pensamiento identitario, es un marco mental reducido. Peterson anima a los hombres a encerrarse en esa identidad construida a base de modelos nostálgicos. Y de esa forma, son víctimas de las mujeres. Para partirse de risa si no fuera porque no tiene ni pizca de gracia.

Las mujeres -dice- buscan un hombre poderoso y los hombres una mujer que les admire. Ya ven, estereotipos que corresponden a un tipo de sociedad y cultura afortunadamente en extinción. Y los restos evidentes que quedan de esa cultura en la empresa, en la política, en la educación o donde sea, cuanto antes desaparezcan, mejor.

No sólo en Peterson sino en otros foros también, he visto una nueva conexión entre lo masculino y el estoicismo. La Sociedad Psicológica Americana considera que el estoicismo es un rasgo de masculinidad tóxica y, de nuevo, con sorpresa, he visto a personas sensatas creyendo que les estaban atacando. La guía menciona, en concreto, sólo en dos ocasiones al estoicismo en sus 36 páginas y una de ellas es para hablar del emotional stoicism, estoicismo emocional: esquivar la intimidad con otros hombres, como si no se necesitaran amigos, o esquivar el afecto entre padres e hijos. Si a alguien le parece que eso es una virtud, necesito una explicación. En la segunda ocasión que menciona el estoicismo, es para aclarar que no pedir ayuda cuando se necesita no es una virtud. Provoca problemas médicos, sean físicos o psicológicos. Eso es exactamente a lo que se refiere APA en su Guía para la práctica psicológica con niños y hombres  cuando acusa a ese estoicismo de poner un estigma en el tratamiento de problemas psíquicos en los hombres, como si ser hombre fuera sinónimo de equilibrio psíquico (y ser mujer, ser una histérica, al modo freudiano).  Insisto que si alguien considera eso una virtud o algo que los hombres deben hacer, necesito una explicación. Muchos oyen estoicismo masculino y se imaginan a John Wayne mientras que muchas mujeres se acuerdan de los hombres de su familia lamentándose por cualquier dolor. La imaginación, esa loca.

2. Dogmatización y manipulación de la psicología. Ninguna ciencia social puede enarbolar una teoría y decir: esto es la verdad. Las ciencias sociales alcanzan verdades parciales pero no explicaciones totales sobre la realidad. Peterson es un psicólogo, probablemente brillante, con una teoría, pero no es el único. Su gran defecto es que tiene datos pero maltrata los datos hasta que le dan la razón.

En las entrevistas finge su sorpresa cuando alguien le echa en cara sus afirmaciones misóginas diciendo que sólo expone datos. No es verdad. No expone sólo datos, extrapola datos parciales a categorías generales. Por ejemplo, afirmó que ‘las mujeres pierden el control acosando a otras mujeres de manera detestable’. Cuando se le echa en cara esa afirmación dice que los datos de adolescentes lo confirman. Me he tomado mi tiempo con esta afirmación porque me parece despreciable y un abuso manipulador indecente. De ‘las mujeres’ pierden el control (típica imagen de histérica) pasamos a las adolescentes. Si en una investigación universitaria haces una extrapolación así de chapucera, no pasas el corte.

Hay varios estudios que cruzan investigaciones de varios países. Por ejemplo, uno de 2009 (citado por más de 600 investigaciones) que compara los resultados en 40 países y obviamente observa diferencias nacionales. Así y todo, llegan a varias generalizaciones.

  • los varones adolescentes están involucrados en el abuso más que las mujeres en todos los países.

  • en 29 países, la mayoría de las víctimas son mujeres. No quiere decir que en el resto de los países las mujeres acosen a los hombres sino que los adolescentes acosan a otros varones más que a las mujeres.

  • los varones adolescentes caen en el abuso físico, verbal y cibernético siendo tanto abusadores como víctimas.

  • el único abuso que las adolescentes hacen más que los chicos siendo acosadoras y víctimas es el abuso relacional, el cotilleo, desprestigio.

Peterson toma esta última afirmación, la descontextualiza y la generaliza aplicándola a todas las mujeres.

Tengamos en cuenta que estas afirmaciones son sobre adolescentes acosadores o víctimas, no sobre todos los adolescentes y menos aún sobre todos los hombres o todas las mujeres.

Así que perder los papeles, lo que se dice perder los papeles son algunos adolescentes varones, a base de golpes e insultos. Las chicas abusadoras, cotillean, difaman.

Tan injusto es dibujar a todos los hombres como acosadores como admitir las afirmaciones misóginas de Peterson. Y promover estas visiones de la relación entre sexos sólo empeorará la situación.

3. Amarrarse a lo identitario. En el libro Comunicación efímera dediqué un epígrafe a hablar de la actual tendencia a amarrarse a lo identitario, una trampa en la que han caído tanto los movimientos considerados progresistas como los conservadores. La ilustración de este post es indicadora de lo que ocurre: en un torbellino, la tentación de los tripulantes de un barco es atarse al palo mayor, parece lo más sólido, pero de esa forma sólo se aseguran acabar en el suelo del océano. Es necesario flotar y adaptarse a la nueva situación. Es la enseñanza de McLuhan, más ampliamente explicada en el libro.

Siguiendo el rastro de otras corrientes identitarias conservadoras, Peterson pretende ofrecer una falsa seguridad a los varones jóvenes, les seduce con una antropología loca de guerra entre sexos: no ofrece un terreno de entendimiento entre hombres y mujeres como si la naturaleza humana no fuera la misma. Los cambios de estatus de la mujer han venido para quedarse y de ello deberían alegrarse también los hombres.

Me parece mucho más acertada la visión que Ana Marta González expone en este artículo:

Los transformaciones sociales -lo que los sociólogos llaman morfogénesis- suelen generar desconcierto; el mundo que muchos daban por sentado, como si fuera cosa natural, se derrumba y se abren nuevas posibilidades, nuevas formas de vivir, también nuevas formas de sentir y de mirar. Las relaciones entre hombres y mujeres, los códigos implícitos de conducta mediante los que regulamos la vida familiar, profesional y social, se ven afectadas de lleno por estos cambios. Quienes confunden la moral con la costumbre tienen muchas posibilidades de perderse en el camino. El acceso de las mujeres a la educación y al mundo laboral, las oportunidades vitales que se han abierto para las mujeres -y que muchas ven frenadas por el llamado ‘techo de cristal’- no son compatibles con inercias culturales y sociales arrastradas desde hace siglos y que hoy ya resultan difícilmente tolerables, tanto en el ámbito de las relaciones familiares como en el mundo laboral.

Quienes confunden la moral con la costumbre tienen muchas posibilidades de perderse en el camino. Cuanto antes se den cuenta de que no hay retorno, porque el pasado era injusto, mejor para todos, ellos incluidos.

Ese artículo de First Things me ha ayudado a entender lo que puede pasar con Peterson: es un hombre con tendencIa a la depresión en busca de sentido. Como dice el artículo, es un hombre que lleva un yugo y una carga pero no cree que sea un yugo suave ni una carga ligera. Es un darwinista que admira a Nietszche, en busca del superhombre que no es. Siento compasión por su desorientación pero no creo que sea un ejemplo para seguir.