Del 4 al 8 de agosto se celebrará en Oporto, en la Universidad Católica, la 14ª edición de las conferencias de la International Society for the Study of European Ideas (ISSEI). Uno de los conferenciantes es Daniel Innerarity.
La ISSEI es una asociación que busca reflexionar sobre el legado europeo, basado tanto en la cultura grecolatina como en la judeocristiana. Todos los años se reúnen para un congreso y este año será en la vecina Oporto.
Propuse una mesa para la discusión de artículos en torno a un tema amplio y apasionante: el paso de una cultura de la huella a la cultura (si así se puede llamar) del impacto. Me preocupa el fenómeno de la infoxicación, como ya saben los lectores habituales de este blog, pero también el de la ausencia de narrativas que proporcionen sentido, la idolatría de los datos (sin contexto), la espectacularización de la información, la desagregación informativa, la política del click-and-go, … y el contagio que las instituciones académicas están sufriendo con la absurda pretensión -por ejemplo- de que los temas de investigación han de ser de actualidad y de impacto.
Es decir, se trata de un amplísimo campo de reflexión en el que aspiro a que con mente amplia podamos pensar qué es lo que nos ocurre cuando la tecnología modifica el modo en que percibimos la realidad y la comunicamos.
La palabra huella merece una explicación. Juan José García Noblejas y Carmen Sofía Brenes me entenderán muy bien (y espero que los demás también): la ecología de la comunicación intenta explicar los contextos de comunicación como más o menos adecuados para que las acciones comunicativas tengan éxito. Dentro del ámbito de la ecología se habla de la huella ecológica para referirse a la acumulación de impactos que sufre un ecosistema y que lo modifican. Ese concepto se ha trasladado también para hablar de la huella cultural (cultural footprint) y a eso me refiero: a esa mediación silenciosa que realiza la cultura acumulada durante siglos y que cada vez media menos porque no es compartida por la mayoría de la población, ni siquiera por los universitarios, tampoco por las élites académicas, políticas o mediáticas.
Os animo a presentar vuestras propuestas de reflexión.
A continuación, la traducción al español de la llamada de artículos:
Diez años después de la publicación póstuma de «La edad de la información: una bendición o una condena» de Neil Postman todavía nos preguntamos cómo la tecnología cambia el modo en que percibimos la realidad, la manera en que aprendemos y nos comunicamos.
Uno de los impactos principales de la tecnología ha sido el aumento exponencial de la información. De los medios tradicionales, que nos proporcionaban narrativas sobre la realidad y una huella cultural, la cultura europea -como el resto de la cultura occidental- está cambiando a un nuevo paradigma en el que el impacto de noticias y datos continuos exige la atención de los individuos y de las instituciones políticas, culturales e incluso académicas.
Desde un legado cultural construido en siglos de reflexión y estudio nos estamos convirtiendo en surfers de la realidad, yendo de ola en ola o, quizá, seremos capaces de encontrar un equlibrio entre la nueva cascada de información y la necesidad de significado.
Las comunicaciones a esta mesa pueden tener un enfoque multidisciplinar o adecuarse al enfoque de las ciencias sociales y, específicamente, al de la comunicación y medios.
21/01/2014 a las 20:12
Enhorabuena por la iniciativa. Imprescindible y urgente reflexión. Espero con interés las aportaciones que se produzcan