A continuación, la traducción de un artículo sobre el catolicismo de Marshall McLuhan, uno de los grandes intelectuales del siglo XX. El artículo está escrito en 2011, como celebración del centenario del nacimiento de McLuhan.
Marshall McLuhan y el mensaje divino
Padre Raymond J. DE SOUZA
Era un devoto converso al catolicismo. El pensamiento religioso es esencial para la comprensión de toda su obra.
Herbert Marshall McLuhan
1911-1980 |
«¿Qué cree que debe hacer Marshall McLuhan si quiere ser tomado más en serio en el mundo de hoy?» – le preguntó al interesado un entrevistador de televisión.
«A Marshall McLuhan se le toma demasiado en serio», respondió.
El centenario de su nacimiento es el 21 de julio y todavía le toman en serio. En la era de Internet, sus ideas parecen más relevantes que nunca. La marca de una gran idea es que es obvia una vez establecida. Que la forma de pensar y actuar está determinada por el medio de comunicación en sí es ahora evidente para todos.
«Imprenta, radio, cine, televisión – en realidad alteran nuestros órganos de percepción sin que lo sepamos», escribió McLuhan, observando y también anticipando cómo los patrones de pensamiento, las amistades y las filosofías cambiarían en la era electrónica. Cuando McLuhan estaba criando a sus seis hijos, mandarlos al dormitorio era un castigo de privación, hoy en día, los padres tratan de conseguir que sus hijos salgan de sus habitaciones, lejos del ordenador portátil, los videojuegos y los teléfonos móviles.
McLuhan es justamente celebrado como un estudioso de la comunicación y de la cultura de masas, pero sus ideas acerca de la comunicación y la religión, que está en el corazón de la cultura, generalmente se descuidan. Como devoto converso al catolicismo, un hombre que iba a misa todos los días, rezaba el rosario en familia todas las noches y se levantaba temprano para leer las Escrituras, el pensamiento religioso de McLuhan es esencial para la comprensión de toda su obra.
«Por encima de todo, él creía que debido a que Dios hizo el mundo, éste en última instancia debe ser comprensible y que el sentido de lo divino podría conducir a una comprensión de lo mundano», escribe Douglas Coupland en su peculiar biografía de McLuhan, publicada como parte de la serie «canadienses extraordinarios» de Penguin. «Llegó a sentir que su religión era en verdad un sentido, una percepción sensorial que coloreó su vida tanto como, si no más, que la vista, el gusto, el tacto, el oído, el olfato o la gravedad. Había encontrado la llave a la eternidad . »
Sin embargo, esa misma biografía del perspicaz Coupland no examina el catolicismo de McLuhan en profundidad.
«En Jesucristo, no hay distancia o separación entre el medio y el mensaje», McLuhan escribiría. «Es el único caso en el que se puede decir que el medio y el mensaje son totalmente uno y el mismo.»
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La famosa frase de McLuhan destacó que cómo se comunica algo – el medio – tiene su propio efecto en el mensaje, independientemente de lo que se comunica. Un mensaje de texto puede contener palabras de significado lapidario, pero el medio las vacía de la importancia que asumirían si fueran literalmente lapidarias, talladas en piedra.
En la persona de Jesucristo, una persona divina con la naturaleza humana, McLuhan vio que Dios revela que Él es personal y que Él libremente se implica a sí mismo en toda la amplitud y profundidad de la experiencia humana. El Dios encarnado eligió un medio – la naturaleza humana – que contiene su propio mensaje, es decir, que Dios ama a su creación, entra en ella, sufre por ella y la redime.
Coupland tiene razón en que McLuhan consideraba su fe como otro sentido. McLuhan sabía que la fe es un medio para conocer la realidad, así como nosotros usamos nuestros sentidos para informarnos sobre la realidad. La fe cristiana añade algo más profundo sin embargo para McLuhan. Dios vino a este mundo de tiempo y espacio en Jesucristo, por lo tanto, este mundo de tiempo y espacio ha sido infundido con las indicaciones, las intuiciones y los iconos de lo divino.
«Parece incongruente que el mismo hombre podría estar a la cabeza del mundo en algunos aspectos y sin embargo ser retrógrado en los demás», escribe Coupland, que considera el catolicismo más bien retro. «Y yo no creo que siquiera se trate de estar a la vanguardia de los tiempos o detrás de los tiempos. Marshall no creía en el tiempo. Él creía en la eternidad. Estar vivo en la tierra no era más que una fase de un proceso más amplio.»
Ese proceso más amplio es lo que los cristianos llaman la santificación, llegar a ser santos. La fe católica de McLuhan es que Dios nos hace santos a través de los sacramentos – bautismo y comunión por encima de todos. La imaginación sacramental católica, la convicción de que Dios usa las cosas materiales de este mundo – el agua, el aceite, el pan, el vino – como medios de gracia, es sin duda la clave del análisis más amplio de McLuhan de la comunicación y la cultura.
Los sacramentos comunican la presencia de una persona intangible – Dios – a través de las cosas tangibles. De la misma manera, nuestro cuerpo hace presente una realidad inmaterial mayor que nuestro cuerpo, es decir, nuestra personalidad completa. El encuentro de las personas que buscan no sólo la comunicación sino una verdadera comunión – esa amistad más profunda arraigada en la identidad y la misión compartida – requiere en algún nivel de un encuentro de los cuerpos, ya sea una sonrisa, un apretón de manos, una conversación o un abrazo.
Pero nuestros cuerpos son limitados y para superar la distancia que nos separa nos desplazamos a otras formas de comunicación, cada uno menos corpóreos que su predecesor – libros, cartas, llamadas telefónicas, mensajes de correo electrónico.
«Cuando usted está en el teléfono o en el aire, no tiene cuerpo», dice McLuhan, al hablar de las comunicaciones modernas creando «cuerpos desencarnados».
La era de la electrónica es, pues, fundamentalmente anti-sacramental. No hace actual lo intangible través de la materia tangible, sino que más bien toma cuerpos tangibles y los desencarna, convirtiendo a una persona en una serie de impulsos digitales que están presentes por todos lados y en ninguna parte al mismo tiempo.
Aquí intuimos la importancia de McLuhan como un pensador religioso para el siglo 21. El espíritu humano está incómodo con las comunicaciones cada vez más potentes que dejan el deseo de comunión sin cumplir. Es una oportunidad para un renovado anuncio del Dios encarnado, personal. Sin embargo, al mismo tiempo, los medios de hacer presente al Dios encarnado – los sacramentos – son socavados radicalmente por la misma cultura mediática.
Abordar este fenómeno es tomar las ideas de McLuhan 30 años después de su muerte. Murió durmiendo. La noche antes un sacerdote ofrecía la misa en su casa. McLuhan recibió la Sagrada Comunión y después disfrutó de una copa de champán y un puro. Los tres eran medios de comunicación con un mensaje: Dios está aquí, presente en las cosas buenas que nos ha dado, la más grande de los cuales es la comunión con Dios mismo en Jesucristo.
RECONOCIMIENTO
Padre Raymond J. de Souza, «Marshall McLuhan y el mensaje divino.» National Post, (Canadá) 19 julio, 2011.
EL AUTOR
Padre Raymond J. de Souza es capellán de Newman House, la misión católica en la Universidad de Queen en Kingston, Ontario. El sitio web de Padre de Souza está aquí . Padre de Souza es parte del consejo asesor del Centro de Recursos para la Educación Católica.
FUENTE ORIGINAL DEL ARTÍCULO EN INGLÉS: Marshall McLuhan and the divine message