He dedicado muchos cientos de palabras al diario El País y lo he hecho porque me parece un medio sin el cual no se puede entender la sociedad española contemporánea. Si me pareciera irrelevante no le hubiera dedicado tantas horas. Es evidente que no estoy de acuerdo con su línea editorial, que ha manipulado y manipula sin rubor, que ha tenido periodos oscurísimos durante el «felipismo», que su grupo editorial, Prisa, consiguió durante años unas ventajas gubernativas insólitas en un estado de derecho.
No me complace ver la situación actual del diario, el espectáculo está resultando pavoroso. Quizá porque es el primer gran diario que se deshace ante la opinión pública, gracias a los medios sociales.
El Comité de trabajadores mantiene un blog y tiene una cuenta en Twitter, en donde van dando cuenta de la situación del diario tras el anunciado ERE en el que echan a más de 100 periodistas – los más veteranos- mientras el consejero delegado de Prisa, Juan Luis Cebrián sigue cobrando un sueldo estratosférico, 14 millones de euros anuales. Para poner la guinda al pastel, se permitió comentar «no podemos seguir viviendo tan bien» cuando anunció los despidos.
Miguel Roig, periodista de Expansión, hacía ver lo pretencioso del sueldo en cuatro tuiteos.
Comparaciones odiosas
Storified by Montse Doval · Thu, Oct 11 2012 10:07:58
Hoy los periodistas de El País escribieron esto en su blog: La redacción de EL PAÍS exige la dimisión del director del diario. En ese post cuentan que varios periodistas han sido amenazados por declarar una huelga de firmas, es decir, por negarse a firmar su trabajo.
Esto parece que va a ser una guerra sin cuartel y algo tiene que ver que Moreno Barber sea el primer director que alcanza tal puesto siendo antiguo alumno del Máster de El País. En su haber están, entre otros méritos: haber echado a Terstch de El País y vetar un artículo de Savater crítico con Zapatero.
Es lo que ocurre cuando alguien ve el periodismo a través del canuto de su empresa: puros intereses de grupo, cero función social y alienación al poder. Indudablemente, hay que traer de casa cierta disposición genuflexa, pero creo que una visión más universitaria y menos empresarial del periodismo no hubiera acentuado esa disposición. Opinable, por supuesto.
Y aquí explico por qué pienso que eso es así. Añado, el periodismo es demasiado importante para dejarlo en manos del estado o de las empresas, igual de peligroso que dejar la medicina o el derecho.
14/10/2012 a las 09:05
«el periodismo es demasiado importante para dejarlo en manos del estado o de las empresas, igual de peligroso que dejar la medicina o el derecho»
¿Y qué tiene de especial el periodismo? ¿Envenena gente si se usa mal? ¿Ejerce mal el habeas corpus? Creo que este razonamiento procede de la visión de la clase periodística como salvadores de la humanidad, dicho con todo respeto: durante años de barreras de entrada, se ha configurado la idea de que las organizaciones que tienen un papel y una imprenta, junto con las televisiones y radios, también con enormes barreras de entrada, tienen una responsabilidad social para fijar (ellos y solo ellos) la agenda colectiva. En realidad, esto es una anomalía: puesto que no hay relato objetivo y puesto que los datos son prácticamente ubicuos, lo único verdaderamente importante para la sociedad y las democracias (por aquello del cuarto poder) consiste en la posibilidad de acceso a la información (léase datos) y su tratamiento crítico (léase análisis y opinión).
Para hacer eso puede haber empresas que pretenden ganarse el pan haciendolo… o no. Puede haber y hay organizaciones de todo tipo que tratan los datos, crean contenidos y dan una visión del mundo. ¿Por qué? Porque los medios de publicación no tienen barrera de entrada y los costes de publicar son ínfimos. Porque todo individuo y grupos de individuos con algo que explicar y decir, tienen la opción de hacerlo. Esa idea de la «profesionalidad» y el «rigor» periodístico como salvaguarda de incautos es, hoy día, no mucho más que una broma. Por tanto, no hay excepcionalidad en el periodismo, un oficio inventado para tratar la escasez (de opciones, de acceso a los datos). Lo único que hace falta es impedir, como en el resto de la economía, la configuración de monopolios que impidan competir.
Fuentes, contraste de las fuentes y datos rigurosos no son otra cosa que el método científico. Cualquier persona con dos dedos de frente es capaz de hacerlo, se vuelve terrible cuando sabe de lo que habla. Y una redacción de periódico cada día es más lo opuesto: la audiencia siempre sabe más que tú. Los grandes directores de medios que se quejan de esto, en realidad solo se quejan de su rol social en declive y en por la puesta en duda de los privilegios que obtienen por vivir cerca de los políticos, único campo en que sus fuentes son mejores que las del resto.